Si usted ha vivido la infidelidad de primera mano o si ha estado cerca de alguien que la ha vivido, sabrá que es un evento que suele generar sentimientos como frustración, enojo, ira, tristeza, culpa; así como también, consecuencias que pueden atentar contra la estabilidad personal, de la pareja y de la familia. Por tal motivo, responder a la pregunta que encabeza este escrito o tener el conocimiento de cómo evitar un evento de esta magnitud, se vuelve, para algunos, un asunto de suma importancia.
García-Méndez, Rivera-Aragón y Díaz-Loving en el año 2011, diseñaron una investigación que fue publicada en la revista Interamericana de Psicología bajo el nombre de, La Cultura, el poder y los patrones de interacción vinculados a la infidelidad. El propósito de la investigación fue identificar las variables que predicen la infidelidad en hombres y mujeres, con la finalidad de contribuir en la detección de los elementos involucrados. En el estudio participaron de forma voluntaria 330 personas, 152 hombres (46.15%) y 178 mujeres (53.9%) de la Ciudad de México, que tenían en promedio 39 años de edad. Cerca del 80% estaban casados y el 20% restante, vivían en cohabitación. Todos los encuestados tenían hijos, siendo dos el promedio de la muestra.
Poder predecir una conducta es algo complejo, por tal motivo, los autores pidieron a los participantes que contestaran cuatro instrumentos: escala diagnóstica del patrón de acercamiento/alejamiento, escala de premisas históricosocio-culturales, escala de estrategias de poder y el inventario multidimensional de infidelidad. Es decir, a los autores les interesaba saber que tan cercanos o lejanos se sentían las personas de sus parejas, cuando deseaban ser o fueron infieles, así como también, cuáles eran algunas de sus creencias socioculturales sobre la familia, las estrategias de poder, control y toma de decisiones que tenían con su pareja y si existencia la infidelidad o el deseo de ser infiel sexual y/o emocional. En este último punto, lo autores hacen una diferencia entre la infidelidad sexual y la emocional. La primera implica tener relaciones sexuales con alguien que no es la pareja, sin generar un vínculo amoroso. En la segunda, además del componente físico con un tercero, existe intimidad emocional.
Considero particularmente importante conocer a mayor profundidad las pruebas mencionadas, ya que, el análisis sobre los aspectos que evalúan, puede dar la pauta para realizar un proceso de reflexión e instrospección personal, que permita identificar cómo nos encontramos nosotros o nuestra pareja en torno a dichos indicadores, con el objetivo de poder mejorar algunos y modificar o influir positivamente en nuestra relación. Por tal motivo, a continuación, se incorporan un conjunto de figuras adaptadas de la propuesta original de los autores, que resumen y definen los aspectos que cada una de las pruebas evaluaba.
Los resultados obtenidos fueron diferentes dependiendo del sexo de los encuestados. Para los hombres se identificaron cuatro factores que predijeron el deseo y el acto de infidelidad tanto sexual como emocional, estos son: a) El patrón de alejamiento, b) las estrategias de poder negativo, c) las premisas de familia tradicional y, d) las premisas de familia en transición.
Si se analiza cada factor por separado tenemos que, en lo que respecta al patrón de alejamiento, la probabilidad de ser infiel en los hombres se incrementa cuando existen emociones y creencias negativas sobre la pareja, la persona y la relación; además de un distanciamiento y evitación de las interacciones con la pareja, especialmente del contacto sexual, generando que se fortalezcan los aspectos negativos y el desamor; implicando falta de interés e indiferencia, mayor cantidad de conflictos y una visión egoísta sobre el compromiso. Los autores describen que para los hombres que experimentan dicho patrón de alejamiento, el acto de ser infiel puede ser gratificante y justificado, ya que el compromiso con la pareja se encuentra deteriorado.
El segundo factor que incrementa la posibilidad de que los hombres deseen ser o sean infieles, se relaciona con las estrategias de poder negativas, las cuales son: afecto autoritario-sexual negativo, manipulación-agresión pasiva, chantaje-descalificación y coerción. Esto quiere decir que, para la toma de decisiones en pareja, se intenta influir en el otro a partir del rechazo y la manipulación sexual y emocional, el enojo, el chantaje, la represión e inflexibilidad, la descalificación, agresión, manipulación pasiva, culpabilización y empleo de argumentos que responsabilizan en su totalidad al otro. En ocasiones, se puede usar la fuerza física y las amenazas para intentar conseguir los fines deseados. Cuando predomina la humillación, el insulto y la descalificación, aumenta la probabilidad de involucrarse en relaciones de infidelidad.
El tercer y cuarto factor que podrían llevar a un hombre a ser infiel son las premisas familiares, tanto de corte tradicional como en transición. Por una parte, se identificó que, cuando el hombre le da menos importancia a las creencias de la familia tradicional, la probabilidad de ser infiel aumenta; ya que, puede anteponer los intereses propios por los de la familia, el papel tradicional de la mujer no le es relevante y no considera a las relaciones extramaritales como una forma de estigma social. Esto, sumado a las premisas en transición, en las que se destaca la búsqueda de la autonomía y el reconocimiento como una persona independiente de la familia, incrementan las posibilidades de cometer el acto de infidelidad.
En el caso de las mujeres, el estudio se quedó muy corto, ya que únicamente se asoció el deseo de infidelidad emocional cuando existía un patrón de alejamiento y premisas familiares en transición. Lo que indica que, para que una mujer desee cometer una infidelidad en la que se vincule afectiva y emocionalmente con otro hombre que no sea su pareja, necesita tener un sentimiento de soledad, falta de compromiso, distanciamiento y evitación emocional y sexual. Pero, además, buscar una mayor autonomía y reconocimiento como persona independiente de la familia, cuestionando el status quo familiar y la visión tradicional de esta entidad.
Para cerrar la descripción de esta investigación, me gustaría enfatizar que, a pesar de que los autores propusieron como objetivo predecir la infidelidad, la forma en la que fueron evaluados los participantes, así como los resultados obtenidos, distan mucho de poder realmente predecir dicha conducta. Los hallazgos nos ofrecen indicadores importantes que debemos de considerar al momento de encontrarnos en una relación amorosa, así como para el tratamiento y apoyo psicológico. Sin embargo, creo que es bueno no perder de vista que, a veces, la conducta de infidelidad, como cualquier otra, puede ocurrir como el resultado de una historia, es decir, la suma de un conjunto de actos, eventos y situaciones; y, en otras, como el producto de la confabulación de factores insospechados, al menos, para quien fue traicionado.
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Referencia
García-Méndez, M., Rivera-Aragón, S., y Díaz-Loving, R. (2011). La Cultura, el poder y los patrones de interacción vinculados a la infidelidad. Interamerican Journal of Psychology, 45(3),429-438. Recuperado de: https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=284/28425426012
Como siempre… muy interesante.
Gracias
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