¿Qué es ser feliz? Seguramente usted se ha preguntado esto; probablemente, en aquellos momentos en que no sentía que este estado o cualidad estuviera con usted. En México, tenemos la reputación de ser felices, así lo describen varios estudios internacionales y nacionales. Por ejemplo, en el año 2019, circuló la noticia en redes sociales de que México había obtenido el segundo lugar en el Índice de Felicidad del Planeta o Happy Planet Index, elaborado por una fundación inglesa denominada NEF (New Economics Foundation). Este índice evalúa cuatro aspectos: Bienestar, Esperanza de vida, desigualdad y huella ecológica. En los dos primeros los mexicanos reportaron valores altos, a diferencia de, en los dos últimos; en los cuales, se obtuvieron valores muy negativos. Sin embargo, nos alcanzó para quedar en el segundo puesto, solo abajo de Costa rica.
Por su parte, en enero del 2019, el INEGI dio a conocer los resultados del Módulo de Bienestar Autorreportado (BIARE). El BIARE tiene el objetivo de identificar, en la población mexicana, aspectos relacionados con el bienestar subjetivo, que es otra forma de llamar a la felicidad. Para esto, emplean una escala de 0 a 10, en la que cero es la puntuación más baja y 10 el nivel más alto posible de los aspectos evaluados. Por lo tanto, la población adulta urbana reportó tener, en promedio, 8.4 puntos, dos décimas más que en el año 2018, en el cual, se obtuvo un puntaje de 8.2. Cabe mencionar que, nuestro presidente presumió este resultado, argumentando que bajo su gestión los mexicanos éramos más felices.
La aplicación de evaluaciones para saber qué tan feliz es una población, no es un tema reciente, en el año 2016, Matus, Orozco, Aragón, y Loving enfatizaron la importancia de poder identificar la forma en que la población mexicana definía su felicidad, con el objetivo de facilitar las comparaciones entre personas y países. Ese año, dichos autores, publicaron un estudio denominado “Redefiniendo la felicidad: frecuencia versus intensidad”. El título destacaba el debate entre la frecuencia y la intensidad como los aspectos prioritarios para definir la felicidad personal. Es decir, qué hace más feliz a las personas, tener una cantidad elevada de momentos o eventos felices, leves o intensos, o tener pocos momentos felices, pero con una intensidad elevada.
Matus, Orozco, Aragón, y Loving (2016) dividieron su estudio en dos momentos. Primero, buscaban identificar cómo se define la felicidad en México. Para esto, le preguntaron a 158 personas: “¿cómo defines tu felicidad? Los participantes tenían cuatro opciones de respuesta, mismas que implicaban la importancia de la frecuencia y/o la intensidad. Con el análisis de los resultados de dicha muestra, los autores les pidieron a otras 583 personas, que respondieran a la misma pregunta, pero ahora solo con dos opciones de respuesta (las más recurrentes de la aplicación anterior). Además, a esta segunda muestra, se les solicitó que evaluaran su felicidad en una escala de 1 al 10, donde el primer número es el nivel más bajo de felicidad y el 10 el nivel más alto posible.
Los hallazgos encontrados sugieren que, para los mexicanos, el significado de la felicidad se asocia a la frecuencia de los eventos positivos que tienen en su vida. Los dos grupos evaluados reportan que su bienestar subjetivo está sobre la base de la cantidad de eventos y no sobre la intensidad de los mismos. Por lo tanto, la presencia y frecuencia de emociones positivas y momentos favorables y placenteros, parece ser una condición necesaria y suficiente para producir una percepción de bienestar.
Los autores describen que la felicidad vista desde el enfoque de la frecuencia, puede ser entendida como la suma de experiencias básicas que ocurren con relativa frecuencia. Esta afirmación es congruente con las propuestas teóricas denominadas “de abajo hacia arriba”, las cuales, sugieren que la evaluación que hace una persona sobre su felicidad, depende de un análisis en el que influye su percepción sobre los momentos placenteros y los dolorosos. Si al hacer este juicio, la persona siente que son más las cosas placenteras que las dolorosos, posiblemente tenga una sensación de bienestar.
De forma superficial, lo encontrado por los autores pareciera que permea el conocimiento popular. Es decir, en resumidas cuentas, podríamos argumentar que para ser feliz “debemos hacer lo que nos gusta y punto”, y mientras más lo hagamos, más felices seremos. Sin embargo, llevar a la práctica esta premisa y ejercer nuestra “libertad”, en ocasiones, suele no ser tarea fácil. Esto, debido a que nuestra conducta es defina en gran medida por nuestro contexto y por las consecuencias que dichas conductas tienen sobre nosotros, los otros y el ambiente. Por lo tanto, no siempre se pueden hacer aquellas cosas que nos hacen felices; ya que, en ocasiones, pueden dañarnos, dañar a otros o afectar al ambiente en el que vivimos.
Sin embargo, dentro de las limitaciones que cada uno puede tener, también es posible que tenga cierto margen de modificación, y es ahí donde tenemos que actuar. Se debe empezar por saber qué nos hace feliz, para poco a poco ir incorporando en mayor cantidad y duración dichas actividades. Una de las mayores ventajas de este enfoque, empleado desde corrientes cognitivo-conductuales para el tratamiento de trastornos del estado ánimo como la depresión, es que cualquier cosa puede ser un precursor de la felicidad. Por lo tanto, el objetivo será identificar e incorporar en el estilo de vida de la persona, aquellas experiencias que le hagan sentir a gusto, feliz, o satisfecha.
Si la persona hace cosas que le gustan, pero, aun así, no se siente feliz, se deberá evaluar si la cantidad y relevancia de las actividades es suficiente; además, también es importante analizar si su percepción global es positiva y, si existen cosas o creencias que estén influyendo negativamente en los juicios que realiza. Hacer esto en solitario puede llegar a ser un reto, por tal motivo, si tiene tiempo sintiendo que no es feliz y no ha encontrado la forma de cambiar esta percepción, es momento de vencer sus miedos y acudir al psicólogo; tal vez, ésta sea una de las experiencias que más lo haga feliz y usted se la está perdiendo.
Referencia
Matus, p., Orozco, G., Aragón, S. y Loving, R. (2016). Redefiniendo la felicidad: frecuencia versus intensidad. Acta de investigación psicológica, 6(3), 2527-2533. Doi 10.1016/j.aipprr.2016.07.002.
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