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  • Amor romántico y violencia de género (parte 1)

Amor romántico y violencia de género (parte 1)

Alguna vez se han preguntado ¿qué es el amor?, ¿cómo puedo saber que estoy enamorado(a)?, ¿cuánto dura?, ¿cuándo inicia?, ¿cómo se demuestra?, ¿qué reglas sigue?; entre muchos otros cuestionamientos que se pueden hacer sobre este tema. Seguramente, sí lo han hecho, así como millones de personas en el mundo, desde tiempos muy antiguos. Sin embargo, de forma muy reciente, Resurrección-Rodríguez y Córdoba-Iñesta (2020), publicaron un artículo denominado Amor romántico y violencia de género.

En este documento, las autoras describen que el amor es una construcción sociocultural, así que, éste y todos sus subgéneros, como el Amor romántico, comparten dicha característica; es decir, no existe una definición única sobre qué es o cómo se puede identificar, a pesar de que podemos caer en el error de pensar que todos compartimos la misma idea. Sin embargo, no es así, cada persona o grupo de personas, dependiendo de la época y la cultura, tendrá diferentes formas de entenderlo y expresarlo.

Resurrección-Rodríguez y Córdoba-Iñesta enfatizan que la idea de amor romántico sigue marcando una enorme influencia en las formas en que se configuran y relacionan las parejas. Es decir, lo que creo del amor, modificará mis emociones, sentimientos y comportamientos a la hora de demostrarlo con quienes amo y me aman. Además, dichas creencias forman parte de los roles de género, que configuran la identidad de hombres y mujeres, generando conductas estereotipadas; y, muchas veces, propiciando la aceptación de comportamientos que pueden no ser saludables, emocional, social y personalmente, justificándolos en el nombre del amor: “me cela porque me quiere”, “me limita/controla mi forma de vestir/amigos/salidas, porque le importo, porque me cuida”, por poner algunos ejemplos.

Para comprender mejor a qué nos referimos con Amor romántico, las autoras lo definen con base en las características propuestas por Ferreira (1995):

  • Entrega total a la otra persona.
  • Hacer de la otra persona lo único y fundamental de la existencia.
  • Vivir experiencias muy intensas de felicidad o sufrimiento.
  • Depender de la otra persona y adaptarse a ella, postergando los deseos propios.
  • Perdonar y justificar todo en nombre del amor.
  • Consagrarse al bienestar de la otra persona.
  • Pensar que es imposible volver a querer con la misma intensidad.
  • Sentir que nada vale tanto como esa relación.
  • Desesperar frente a la idea de que la persona querida se vaya.
  • Pensar todo el tiempo en la otra persona, hasta el punto de tener problemas para concentrarse en otras cosas;
  • Prestar atención a cualquier señal de pérdida de interés por parte de la otra persona.
  • Idealizar a la pareja.
  • Pensar que cualquier sacrificio es positivo si es por amor.

Como se pueden percatar, pareciera que este tipo de Amor romántico implica conceder un grado de importancia superior al amor y al otro(a), sus deseos y necesidades, sobre los deseos y necesidades personales. Por lo tanto, de esta idea poco sana, se han creado un conjunto de mitos sobre el Amor romántico. Las autoras retoman la clasifican expuesta por Yela (2003), la cual contempla los siguientes:

  • Mito de la media naranja: idea de que existe una persona predestinada con quien compartiremos nuestra vida y encajaremos a la perfección, por lo que, al verla o de forma casi instantánea, nos enamoramos de ella. Esta idea crea una fuerte dependencia emocional y el esfuerzo para que la relación continúe a pesar de las dificultades. En este punto, lo que señala Savater (2019) en su libro La peor parte, me parece que permite encontrar argumentos para disiparlo. Savater dice, “el amor no se manifiesta de golpe, en un instante inapelable y magnífico, sin trámites, sin roces, sin ambigüedades; lo que llega como un flechazo es el deseo (cosa nada desdeñable, por cierto), pero no es el amor” (p. 63).
  • Mito del emparejamiento: creencia de que las parejas tienen que ser monógamas de forma única, natural y universal.
  • Mito de la exclusividad: creencia de que no se puede amar a más de una persona a la vez.
  • Mito de la fidelidad: creencia de que cuando se tiene una pareja, no debería sentirse deseos o atracción sexual por nadie más, satisfaciendo dichas necesidades solo con la persona amada, siendo esta una prueba, a veces, única e irrefutable del amor. Tanto en este punto, como en el mito del emparejamiento, nuevamente Savater (2019) puede darnos su punto de vista: “No, nunca he sido fiel en el terreno erótico; es más, no considero la fidelidad una virtud, sino una triste y fea superstición…siempre le fui leal (aquí habla de su esposa); es decir, siempre estuve plenamente de su lado. Nunca dejé de preferirla, ni siquiera llegué a plantearme mi incuestionable preferencia por ella”. Savater marca algunas diferencias entre la fidelidad y la lealtad. Argumenta que la primera es un mito y designa a la lealtad como una cualidad basada en una preferencia incondicional por la persona amada.
  • Mito de los celos: creencia de que los celos son una muestra de amor necesaria, justificando con ellos comportamientos de poder y control.
  • Mito de la equivalencia: creencia de que la etapa de enamoramiento y el sentimiento de amor son lo mismo. Por lo que, se puede pensar que, al disminuir la pasión inicial, el amor se ha acabado.
  • Mito de la omnipotencia: creencia de que el amor lo puede todo y es suficiente para solucionar los problemas, justificando conductas disfuncionales, violentas y doloras.
  • Mito del libre albedrío: creencia de que el amor no se ve influido por factores culturales, sociales, familiares o biológicos.  
  • Mito del matrimonio: creencia de que el amor tiene que llevarnos a casarnos, vivir juntos, tener hijos y formar una familia, como el ideal de una pareja estable.  
  • Mito de la pasión eterna: creencia de que el amor y la pasión del comienzo tienen que perdurar durante toda la relación; incluso, durante toda la vida.

El problema con estos mitos, es que, describen un conjunto de expectativas sobre el amor y las relaciones amorosas, únicas y estereotipadas, que se alejan de la complejidad que vivimos como humanos. Por lo tanto, si aquellos que más me importan, me han dicho que, casarme, vivir en pareja, tener hijos y formar una familia, es la secuencia de hechos esperada, y la única válida para conferirme ciertos atributos como ser un hombre respetable o una mujer digna; entonces, si yo no deseo alguno o ninguno de estos, posiblemente tendré un conflicto interno que puede llegar a generar dudas, culpas, reproches, tristeza, entre otros muchos tipos pensamientos y sentimientos.

Además de esto, creer de forma rígida e impositiva en estas ideas, puede llegar a justificar e incluso promover la violencia de género; lo cual, en un país como México en donde cada día mueren 10 mujeres por feminicidios u homicidios dolosos, puede ser algo a tomar en cuenta y buscar su modificación. Al respecto, las autoras hablan de la importancia de crear e implementar programas de intervención orientados a la desmitificación del Amor romántico. Enseñar desde la adolescencia lo que conlleva vivir un amor en pareja sano, funcional, libre de violencia, control o sumisión, puede ser tan relevante e incluso mucho más necesario que otros tipos de contenido, que poco se usan en la cotidianidad.

Para terminar y como en cada escrito, no quiero dejar pasar la oportunidad de invitarlos para que asistan con un profesional de la psicología. No existe una única forma de amar, ni de expresarlo, pero sí creo que hay algunas que son más sanas, más maduras, más empáticas, más responsables, más solidarias; formas que nos hacen sentir valorados y respetados. Ojalá todos pudiéramos sentir eso, pero aún más importante, ojalá que todos pudiéramos generar en los otros, ese amor que deseamos.

Referencia

  • Resurrección-Rodríguez, E. y Córdoba-Iñesta, A. I. (2020). Amor romántico y violencia de género. Trabajo Social Hoy, 89, 65-82. doi: 10.12960/TSH.2020.0005
  • Savater, F. (2019). La peor parte. Memorias de amor. España: Grupo planeta.

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